viernes, 30 de septiembre de 2011

Conflictos intratables


Conflictos intratables

Los conflictos intratables tienen como base de sustento la conciencia tranquila y el deseo de aniquilación.
Cada grupo cree que tiene razón, que es mejor que el otro grupo, y que esta superioridad le da derechos y justifica cualquier acción con respecto a su enemigo.
Esta conciencia tranquila es la que cohesiona a los miembros de un grupo, es la que los une, les genera el sentimiento de pertenencia, los hace sentirse uno. La diferencia, lo distinto, los hace sentirse amenazados, de manera que surge el deseo de aniquilación del otro grupo para asegurar la propia supervivencia.
El deseo de aniquilación, y la eventual real aniquilación del enemigo, generan el triunfo del enemigo: al desaparecer la amenaza, el grupo vencedor pierde la razón de su cohesión, y se disuelve. Así, el vencido triunfa.
La única posibilidad de resolver un conflicto de esta naturaleza, es el reconocimiento de las diferencias, es decir, darle un lugar en el alma al otro, tal como el otro como es.
Cuando cada uno puede reconocer y tomar al otro como es, se abre la posibilidad de un intercambio, en el que se pueda dar algo y tomar algo, sin vivir el hecho de dar algo como una pérdida, un sacrificio, ó una derrota, sino, al contrario, con la satisfacción de la compensación en el dar y el recibir que unifica, en lugar de separar.
Cuando este intercambio se concreta, el enfrentamiento desaparece, é incluso sería posible que los grupos hasta entonces enfrentados, se unan y construyan en conjunto, en lugar de destruirse mutuamente.
Cuando surgen los grandes conflictos, siempre existe la tentación de la violencia para rechazar al oponente. Sin embargo, esa violencia, lejos de aportar a la solución, genera una escalada que, cada vez más, complejiza el conflicto, y hace que cada parte se sienta justificada a defenderse y agredir con más fuerza al otro.
De esta manera, es la escalada, más que el conflicto en sí mismo, lo que traba la solución. Y es la necesidad de mantener la conciencia tranquila, es decir, la defensa de los propios principios, la que sustenta esa escalada. Cada uno se siente bueno, y justificado en su agresión.
Cuando vamos más allá de la buena conciencia, y podemos mirar a los demás, viendo que todos estamos implicados, y en ese sentido somos iguales, que no hay personas mejores ó peores, el deseo de aniquilación desaparece. La sensación de estar en peligro, también.
Así, el encuentro puede darse entre los miembros de un grupo en base a otros parámetros, y con otros grupos en función de mirarlos como son, tomarlos como son, respetándose mutuamente, entendiendo que la diferencia no es mala en sí misma. Todo depende de cómo se mira, y cómo se valora. Si miramos las cosas como son, reconociendo lo que es, tal como es, entonces las razones y las justificaciones para el enfrentamiento desaparecen.

Marcelo Holtzman

2 Deje su comentario...(haga click aquí):

Anónimo dijo...

MUY BUENO, ACABO DE EXPERIMENTARLO .SOLANGE DE FORTEZA

Maria dijo...

Muchas gracias Rubén, me parece que la conciencia tranquila y el deseo de aniquilar lo distinto del otro, no sólo se da intra grupos sino inter, es decir entre los miembros de un mismo grupo o flia, me siento identificada con esto, y la diferencia me supera, no sé cómo disfrutar de lo distinto, y no verlo como un conflicto u amenaza.María