viernes, 20 de septiembre de 2013

Vidas consagradas - Entrevista Septiembre 2013 - Partes 1 y 2

http://youtu.be/m1oMZDhFRwc

http://www.youtube.com/watch?v=T-hGHwHVFAA

jueves, 21 de marzo de 2013

Más sobre "La benevolencia" - Bert Hellinger





















Conferencia. Buenos Aires, Julio 2006.
Segunda parte (*)

Benevolencia
Bert Hellinger:

Aquí se trata de las dimensiones del amor. Y me voy a seguir manteniendo en el círculo más pequeño.

¿Cuál es una linda manera de demostrar el amor?

Queriendo a los demás a través de la benevolencia. Siento benevolencia hacia el otro.

¿Qué ocurre cuando me preocupo por otro?

Cuando, por ejemplo, los padres se preocupan por un hijo. ¿Qué ocurre con el amor en mí y en el otro? Es como si algo se interpusiera. La preocupación está en el camino de la benevolencia. Y a veces hay un hijo que se comporta de una manera extraña y en un caso así los padres se preocupan. Y entonces pueden mirar más allá del hijo, a algo más grande. Una vez asistió a un curso una mujer que traía un bebé de cinco meses y se sentó a mi lado y tenía al bebé en sus brazos. La espalda del bebé estaba contra el estomago de la mamá. Entonces le dije a la mujer: mira más allá de tu hijo a la distancia. Muy lejos. Entonces lo hizo y el bebé respiró aliviado, me miró y me sonrió.

O sea este tipo de benevolencia mira más allá del otro. A algo más grande, y nosotros confiamos en que eso más grande va a tener un efecto bueno.

¿Y qué es ese algo más grande? Tengo una imagen sobre ello. Eso más grande es algo que a todo pone en movimiento y a todo mantiene en movimiento. Es algo espiritual y algo creativo.  Porque pone a todo en movimiento se dirige a todo tal como es. Lo contempla tal como es. Si nosotros nos unimos a ese movimiento, entonces dentro de ese movimiento aprenderemos a contemplar y dirigirnos a todo tal como es. Así para nosotros todo puede ser tal cual es. Y cada uno puede ser tal como es. Y entonces asentimos también a su destino tal como es. Y al sentido de su vida tal como es. Y entramos en la actitud de benevolencia. Queremos que al otro le vaya bien sin nosotros tener ninguna intención.

La benevolencia solamente es una actitud contemplativa que se dirige hacia alguien sin querer nada, en especial sin querer cambiar al otro, porque tal como es es como el espíritu quiere que sea. Entonces la preocupación cesa. Y a través de esa benevolencia, dado que está en sintonía con este movimiento del espíritu, el otro también encuentra más fácil sintonizarse con el movimiento del espíritu. Como se dirige a él con benevolencia, puede ser tal como el espíritu quiere que sea. Es decir, la benevolencia es a distancia y asiente al otro tal como es.

Bueno, a menudo tenemos la tentación de querer cambiar al otro. Nos gustaría que fuese diferente. ¿Y qué significa que sea diferente? Que para nosotros sea más cómodo. Menos desafío, queremos que sea igual a nosotros y lo estamos alejando de su movimiento más interno. Asiento al movimiento que es el más adecuado para él. ¿Entonces cuál es el efecto? En mi presencia él se siente seguro, seguro ante mí. Y entonces le es posible mostrar toda su belleza y todo lo que tiene de especial. Simplemente porque yo estoy de forma benevolente sin ninguna intención.

Lo podemos aplicar en muchas situaciones, sobre todo en la familia. Pero también en nuestra profesión. A veces camino por las calles y viene caminando un hombre y yo pienso ¿de dónde viene?. A lo mejor no es de aquí. Entonces practico la benevolencia. Asiento a él tal como es. Entonces viene hacia mí y empieza a hablar. Se siente completamente seguro conmigo porque sintió mi benevolencia.

Una mujer me contó que su hija tenía  problemas en la escuela con su maestro. Y muchas veces le llamaba para que viniera a su mesa y todas las veces le rompía el lápiz. Entonces ella le explicó a la hija algo acerca de la benevolencia y estaba practicando sentirla frente a ese maestro y la vez siguiente le devolvió el lápiz. Ese es el efecto de la benevolencia.

A veces entro en un negocio y entonces hay uno que le resulta fácil vender cualquier cosa. A la gente le gusta comprar. Y entonces pienso, ¿Cuál es su secreto? Siente la benevolencia. La gente lo percibe. Pero también hay otro secreto más. Este hombre ó esta mujer tienen una buena relación con su madre. Tienen eso. El que siente benevolencia y está relacionado de esta forma con su madre, se siente relacionado de la misma manera con muchas personas. La gente los ama. Aquel que tiene la sintonía con su madre tiene muchos amigos. En seguida se puede ver.

¿Cuál era mi tema? Ahora me fui por las ramas. Bueno, las dimensiones del amor. La benevolencia es una de las dimensiones del amor. A veces lo pienso, a veces miro las noticias de la televisión, los partidos de fútbol. El final de fútbol con Argentina también lo miré. Y los miré a todos con benevolencia.

Se escucha risa del público.

¿Y cuál es el resultado de mi benevolencia? No necesito decirlo, ¿no? Pero es así. Ok.

Ahora vuelvo a estar serio. Entonces muestran un criminal ó un corrupto ó algo así. Todo tipo de personas donde se incita a desearle algo malo a ellos, entonces voy practicando la benevolencia. ¿Y cómo lo hago? También cada uno de ellos, en lo que hace, es movido por el mismo espíritu y está al servicio de otra fuerza. Quizás a mí eso no me guste pero teniendo esa actitud interna llego a sentir la benevolencia. ¿Y qué ocurre cuando me dirijo a ellos con benevolencia? Repentinamente me doy cuenta que yo soy como él. Que yo estando en su situación podría ser como él. Que quizás inclusive en esa situación debería ser  como él. Y repentinamente en mi interior cambió algo. ¿Qué cambió? Me he vuelto más humano. A través de la benevolencia nos volvemos más humanos y a nadie se hace daño. ¿No es sencillo en realidad? Buen resultado sin efecto colateral.

Jesús en algún momento habló sobre la benevolencia y lamentablemente se da que muchas personas devotas parecen creer que tienen el derecho de querer hacer algo mal a alguien, hacia los así llamados pecadores, por ejemplo, ó el que sea. Entonces se imaginan que Dios creó un cielo y un infierno y se imaginan que Jesús cuando vuelva enviará a algunos al infierno por siempre y a los otros al cielo. Es una idea terrible, no tiene nada que ver con la benevolencia. Pero de este Jesús del que se dice que algún día vendrá a juzgar hay una palabra auténtica. Está claro que esta palabra proviene de Jesús. Porque no todas las palabras que se dice que dijo Jesús son auténticas. Ahí la ciencia moderna de la biblia puede notar la diferencia. Y ahora digo esta palabra. Dice: “sed misericordiosos como el padre en el cielo. Él permite que el sol brille sobre los buenos y los malos, en la misma medida, sin diferencias. Y permite que la lluvia caiga sobre los justos e injustos, en la misma medida, sin diferencias”. Tal como lo enseñaba Jesús. Y a veces pienso: sí, éso es un lindo concepto. Entonces practico esa benevolencia. Y si yo tomo en serio esta palabra para mí, mucho de lo que se dice que dijo Jesús para mí queda fuera. Ése es el Jesús que yo amo.

Y algo más. Quisiera decir algo más sobre los movimientos del espíritu. Muchos de nosotros quieren ayudar a otros con las mejores intenciones y también es cierto que ayudan a muchos. Pero si yo me sintonizo con el movimiento de este espíritu que dirige a todo tal como es, yo ya no quiero más ayudar, dejo que todo lo haga este movimiento del espíritu. Y ésto tiene un efecto curioso. Cuando me retiro de esta manera y confío en el movimiento del espíritu, este movimiento del espíritu me toma y la manera en que lo hace es que yo siento qué es lo que debo hacer, dónde tengo permiso para hacer y dónde debo retirarme completamente. Entonces hay una señal interna que me muestra claramente si estoy sintonizado con este movimiento del espíritu ó no. Si estoy sintonizado, estoy centrado sin intención, sin miedo y soy inamovible, no me muevo en ninguna dirección, pero si este movimiento me toma como para actuar, actúo de la misma manera completamente centrado y solamente a medida que este movimiento me sostiene. En cuanto tengo una intención, me intranquilizo, ó me pongo fervoroso, ó lo que es realmente terrible, me vuelvo curioso, pierdo esta benevolencia hacia el otro tal como es.

O sea, esa es otra dimensión del amor. Una dimensión amplia del amor. No es que esté separada de las demás dimensiones ó que esté por encima de ellas. Penetra a todos los demás movimientos del amor y les otorga una profundidad especial.  Otro secreto relacionado con estos movimientos del espíritu: estando en sintonía con ellos, estamos felices con todo lo que va ocurriendo.                
Y esto fue mi charla sobre las dimensiones del amor.




















domingo, 17 de marzo de 2013

La Benevolencia - Bert Hellinger

Jornada de formación. Ayudar a vivir en acción

Neuchâtel, 5 de junio 2005


La benevolencia, es una palabra muy bonita: quiero el bien del otro, quiero que esté bien. Y también: me mantengo a su lado como alguien que quiere su realización, su crecimiento.

Entro en resonancia con su alma de un modo que le permita realizarse.

¿Qué pasa cuando digo de un niño que es un hiperactivo? ¿Qué pasa cuando digo a alguien que es un drogodependiente, un depresivo, que tiene perturbaciones de la personalidad?

Imagine que alguien le diga algo así ¿Qué ocurre en lo profundo? El alma se marchita, se contrae, se excluye. Es terrible.

Se constata en este trabajo que por el sólo hecho de tener este pensamiento el efecto se despliega inmediatamente.

Experiencias recientes en medicina acaban de demostrarlo. A menudo una mujer desarrolla un cáncer de mama porque el médico piensa que tiene un cáncer de mama. Esto ha sido comprobado. No es más que por el efecto del pensamiento que esto se produce. Todos los diagnósticos tienen ese efecto. Los diagnósticos inducen el efecto diagnosticado.

A menudo me acusan por no dar un diagnóstico, cuando debería recibir una medalla por no hacerlo… porque yo sé el efecto nefasto del diagnóstico.

Si soy benevolente, y es una actitud en la que me ejerzo continuamente, con una mujer que viene a sentarse a mi lado, ó con un terapeuta que presenta un caso, me ejerzo a la benevolencia, en el sentido de abrirme, ampliarme. Y confío en su alma y confío en lo que le guía. A partir de ese momento me encuentro en otro campo. A partir de éso, el otro a mi lado, yo en mi benevolencia interna. Confío plenamente en la benevolencia. Entonces la persona cierra los ojos, algo se desarrolla en ly diez minutos más tarde dice “ya está, ya tengo todo lo que necesito” y se va.

Esto es debido a la presencia de la benevolencia.

Podemos ejercitarla en todo momento.

Tiene un efecto particular en nuestra alma, nos apacigua, nos da calma, sin hacer nada.

En cuanto siento en mí agitación o precipitación, ganas de ayudar a alguien, verifico y me pregunto donde me he alejado de la benevolencia. Y me tomo el tiempo para volver a la benevolencia. Lo que no siempre es fácil. A veces me cuesta un día entero, en función del acontecimiento que se produjo.

Y estar totalmente presente en la benevolencia sin hacer nada es un ejercicio maravilloso. Secretamente uno se alegra de lo que está ocurriendo, sin saber de donde nos viene.

Por que la fuerza fundamental, la que actúa detrás de todo, es benevolente.

Y en esa benevolencia entramos en contacto con algo más grande.

jueves, 7 de febrero de 2013

La fuerza de la vida

La vida no empieza, no se crea. La vida es. Cada nuevo ser no representa el nacimiento de una nueva vida, sino una expresión más, diferente, de la vida.
Ese nuevo ser es producto de la unión de dos células vivas, que al unirse toman una nueva forma. Lo mismo que una planta surge del despliegue de la vida que estaba latente en una semilla. Y a su vez, esas células, y esa semilla fueron generadas por otros seres vivos.
Así, la vida no empieza ni termina. Es una corriente que fluye y fluye, a través de cada ser vivo hacia los que vienen después. 
Los hijos reciben la vida por sus padres, y a su vez, se convierten en parte de la manifestación de esa corriente, permitiendo que la fuerza de la vida llegue después a sus hijos, por medio de sus propias células. Y quienes no tienen hijos, por su tarea, sus acciones.
Entonces los hijos recibimos la vida a través de nuestros padres. ¿Qué más necesitamos? Teóricamente, nada. Pero esperamos y pedimos mucho. Y nos quejamos, reprochamos, nos sentimos frustrados, cuestionamos. Y así nos hacemos débiles.
¿Qué significa que no necesitamos nada más?
SI pudiéramos mirar a nuestros padres y decirles: "me dieron la vida, y es todo lo que necesito", nuestra vida sería muy diferente. ¿Porqué? Porque ésa actitud implicaría tomar la vida en las condiciones en que la recibimos, sin cuestionamientos, sin reproches, sin enojos. Y sería tomar a nuestros padres tal como son, sin endiosarlos y sin demonizarlos. Tomarlos como son. Neutro. Y tomar, después de la vida, lo que ellos nos den. Tal como lo dan.
Entonces, cuando podemos tomar, respetar, honrar la vida, y tomar los que nuestros padres nos dan, tal como nos es dado, nos plantamos en el hoy, en lo que hay. Nos centramos, nos fortalecemos, y tenemos la posibilidad de hacer nuestro propio destino, con lo que nos dieron, con lo que tenemos, con lo que nos falta, libremente, tomando la fuerza de la vida que a través de los padres nos llega, y permitiendo que ella siga su flujo, a través de nosotros, hacia adelante.
Marcelo Holtzman.